
Una tarde se acercó mi jefe, me comunicó que debería comenzar a trabajar en el nuevo edificio ya que por mi especialización me sentiría más cómoda allí. No me hacía mucha gracia la idea, extrañaría a mis compañeros, a los chicos del café, el cadete, las eternas charlas a la hora del almuerzo, los lunes por la mañana, o los viernes por la tarde. Pero no podía discutir, necesitaba ese trabajo y si era transferida debía obedecer.
Después del almuerzo fui a conocer mi nueva oficina, un edificio moderno, sin ventanas abiertas, inteligente dijeron mis compañeros, odiaba esos términos, pero tampoco dije nada. Saludé a la recepcionista y creí ver un brillo rojo en sus ojos, pero no le hice caso, seguramente era mi imaginación.
Mi lugar de trabajo quedaba en el segundo piso, al final de un pasillo oscuro y lúgubre, escuché el ruido de mis pasos en el incómodo silencio. Abrí la puerta y un horrible chirrido hizo eco en el vacío. Me estremecí, miré el recinto era agradable pero muy gris para mi gusto. Me sobresaltó un grito aterrador.
Estaba husmeando los cajones y probando mi sillón, cuando golpearon la puerta, una mujer gorda se asomó y me comunicó que por la mañana debería reportarme con el que sería mi nuevo jefe. Su rostro denotaba algo que no me daba cuenta qué era.
Esa noche tuve pesadillas. Me desperté con el corazón acelerado y bañada en transpiración. Pensé que todo era producto de los nervios, que no debía hacer caso a esos sueños.
Mientras desayunaba mi gato estaba más inquieto que de costumbre, insistía con su miau en la puerta de calle, era inusual, él no solía ir a la calle, así que le hice unos mimos y le serví leche en su plato.
Llegué temprano, coloqué mis cosas en su lugar y me presenté en la oficina de personal, un hombre grande, alto, me estrechó la sudorosa mano, me dio una planilla para completar y me dijo en tono de prepotencia en cuál de los sindicatos querría asociarme. Le dije que en ninguno, no estaba de acuerdo con los sindicatos, contesté con una sonrisa. Volvió a insistir. Le dije de mala manera que lo pensaría. Contestó que si tardaba mucho lo decidiría él. Incómodamente me retiré.
Al volver a mi lugar encontré a mi asistente, una señora mayor que me pareció encantadora después de las tres personas que había conocido. Añoraba mi anterior lugar.
Como al pasar me dijo que tratara de no hacer amigos allí eran todos unos traidores. Se santificó y repitió "está lleno de traidores". Me hizo una larga lista de las personas que me tendría que alejar por "mi bien". Inconcientemente temblé.
Luego me trajo el café, me presentó a los que trabajarían conmigo, a decir verdad no me cayeron bien, sería que los comparaba con mis anteriores compañeros, no lo sé. Algo había que no me gustaba.
A las 12 fui a la oficina del jefe, cuando abrí la puerta me quedé helada, era el hombre de mis sueños. Fue brusco, me hizo firmar unos papeles que no alcancé a leer y me comunicó que mi horario terminaba a las 22 hs. No protesté, tenía que acostumbrarme y adaptarme.
Esa noche terminé el trabajo un poco más tarde. Comencé a transitar los oscuros y silenciosos pasillos. De pronto escuchaba voces y risas siniestras. Traté de ignorarlas pero mi curiosidad fue más fuerte. Volví sobre mis pasos. Busqué de dónde venían los ruidos. Pero no era de mi piso. A pesar del miedo que sentía comencé a bajar las escaleras. Las voces provenían del entre piso, me acerqué, abrí suavemente la puerta, todo el lugar se encontraba en penumbras, comencé a andar por hacia una luz que se filtraba bajo una puerta al final. Me pregunté qué estaba haciendo qué diría si era descubierta, pero no podía reprimir mis deseos de llegar hasta allí. Cuando me encontraba parada en el umbral alguien abrió la puerta y sentí un montón de ojos dirigidos hacia mí.
Mi jefe vestía una sotana y había velas por doquier. Algunos llevaban ropas rojas y otras negras. Me invitaron a pasar con una sonrisa y escuché decir: “te estábamos esperando” y nuevamente esa risa que me taladraba el cerebro.
En el fondo había un altar y una imagen del diablo.
Mi jefe en voz alta dijo:
- Bienvenida, veo que has elegido el sindicato correcto- y volvió a reír.
8 comentarios:
Uyyyyyyyyyyy, me adentré tanto en la historia que pude visualizar las velas y hasta la sotana de tu jefe, un poco escalofriante!
Saludos de domingo en la tarde.
me fuiste llevando,llevando en esta historia que no veía la hora de ver cómo seguía.....
muy buen escrito!!
besos,reina....
Muy bueno.
Al leer la entrada iba teniendo las mismas sensaciones y sentimientos que la protagonista.
Un abrazo.
Juan Antonio
Hola Aldhanax, pasé a dejarte un sellito que hice en agradecimiento por pensar y darme un nombre para mi nuevo blog. Muchísimas gracias de todo corazón. Un abrazo.
Vine a devolver una visita y no pude dejar de leer hasta la ùltima letar, ahora te pregunto si efectivamente elegiste bien el sindicato o estas arrepentida
Saludos
JC
MMMMM CONFIESO QUE LEIA INTRIGADISIMA JAJAJJA QUE FINAL ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
MUY BUENO ¡¡
TE DEJO UN ABRAZO CARIÑOSO¡¡
Caray,Al,sí que es un relato perfecto para Haloween...
Muy tétrico querida,hasta se me ha puesto la piel de gallina con esas risas macabras y el final de la historia.
Muy bueno,de verdad que sí.
Shhhh, ahora en plan divertido;hay algunos jefes que bien podrían ser el mismo demonio,¿eh?
Jajaja
Besos,hermosa.
Esta historia me hizo sentir la protagonista, y en un momento tuve miedo de continuar leyendo, pero no pude dejar de hacerlo.
Me encantó, besitos reina!
Publicar un comentario